Muchas veces tuve esta pregunta en mi corazón antes de atreverme a salir de misiones.
Sentía la carga en mi corazón por ir a servir en oración y evangelismo al Barrio Rojo de Amsterdam, pero la pregunta daba ciertamente vueltas en mi mente: ¿Es Dios quien realmente me está llamando o es solo mi propia idea?
Recuerdo un día que estaba visitando Holanda y oí al Espíritu Santo susurrándome en lo profundo de mi corazón: “Volverás a este país”. Aún así, a pesar de escuchar su voz, entendí que Dios me quería enseñar algo más: a tener Fe.
No sólo el escuchar la voz de Dios me impulsó a tomar el paso, sino que también el confiar y tener una fe que mueve montañas. Comprendí que era necesario creer con plena confianza y convicción lo que Dios me estaba llamando a hacer, y así también, creer en lo que Él podía hacer a través de un corazón dispuesto a servirle a Él y a otros.
Dentro de mi tiempo en Amsterdam, tuve la alegría de poder ver a una de las prostitutas del Barrio Rojo salir de ese mundo y volver a su hogar. Recuerdo que ella me dijo un día antes de irse: “cuando vuelva a mi casa, quiero poder encontrar un trabajo como el de ustedes: poder ayudar a los que están ‘descarriados’ y necesitados”. En ese momento, el Espíritu Santo me recordó la importancia y el FRUTO de tener fe: vemos a Dios ministrando a otros y así se multiplica el Reino en ellos.
¿Qué hubiera sucedido si nunca hubiese creído a la voz de Dios y además, si nunca hubiese depositado mi absoluta confianza en lo que Él podía hacer y nunca hubiera ido a hablar con esa mujer? Probablemente, ella seguiría aún en prostitución o quizás Dios habría tenido que buscar otro corazón que si hubiera estado dispuesto a ir.
Muchas veces nos damos vueltas y vueltas pensando y pidiendo confirmación del llamado de Dios. Estoy de acuerdo que es necesario tomar tiempo para buscar a Dios y tomar los pasos juntos con Él. Sin embargo, te quiero animar a atreverte a creer en la voz de Dios con plenitud de confianza: Fe en quién Él es; fe en lo que Él puede hacer; fe en lo que Él puede hacer a través de ti; fe en tu identidad en Él; fe en la extravagante pasión y amor de Dios por otros; fe en su voz y su llamado.
Autor: Cecilia, obrera en Países Bajos
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