Hay un dicho que dice: “la única constante en la vida misionera son los cambios”.
Soy Alemana y viví por 24 años en Chile. Antes de esta etapa viví en Brasil unos meses y otros en EEUU. En total tengo unos 25 cambios de vivienda en mi vida. Actualmente vivo en Alemania, todavía con el estatus de “misionera”.
Cada lugar trajo sus desafíos, alegrías y tristezas. Pasan muchos sentimientos, sensaciones en uno que debemos haber escuchado antes, para no frustrarse o desesperarse.
Personalmente me gusta la aventura, pero también me gusta mucho “sentirme en casa”. ¿Cómo uno puede “sentirse en casa” en un país donde no naciste, no hablan tu idioma y donde la cultura es tan diferente a la tuya? Hay unos consejos que son de ayuda.
Todos hemos crecido en una cultura y por lo general creemos que todo lo que es nuestra cultura es lo correcto y todo lo que
proviene de la otra cultura, que es diferente, es lo incorrecto. Esto se llama etnocentrismo. Tenemos que dejar de lado el etnocentrismo cultural y considerar la nueva cultura como valiosa en sí misma. Si queremos alcanzar gente con el evangelio de Cristo en otras culturas, debemos primero comprenderla y luego abrazarla.
Para eso hay varios pasos que debemos dar:
Antes de llegar al nuevo país, haz una investigación profunda sobre el país, la gente, cultura, clima, comida, religión principal etc. Esto te ayuda para que no te sorprendas demasiado al principio.
Aprende el idioma del país. El idioma es la llave para envolverte mejor en la nueva cultura. Al principio no vas a poder comunicarte bien, pero habla igual, porque esto va ser muy apreciado en el país.
Mantén una actitud del aprendiz. Escucha, observa, pregunta y presta atención a la comunicación no verbal.
Participa en la nueva cultura, no te quedas en tu casa. Observa, describe, acepta.
Trata de empatizar, ponte en la situación de la otra persona bajo su perspectiva.
Ríete de tus errores. Van a haber muchos al principio por el idioma y porque las cosas no suelen ser fáciles. Corre riesgos, sé abierto para entrar mejor al mundo del otro.
Sé honesto. Si estás confundido o no has entendido es mejor admitirlo que pretender que todo está bien.
Trata de involucrarte en la cultura. Participa en la vida diaria de la comunidad, come la comida del país, mira como es el transporte publico, vestimenta, las actividades sociales y la familia, cuales son riesgos, como son los funerales y casamientos, salud etc.
Comparte sobre tu trasfondo para que haya entendimiento mutuo.
Ir preparado para el choque cultural que sí o sí viene.
Escoge ser flexible.
Forma verdaderas relaciones de amistad.
Confía que Dios te va a usar de alguna forma, aunque eres aprendiz.
Puedo decir con toda seguridad que logré “sentirme en casa” en Chile. Que dejé una cultura a la cual aprendí amar como mi propia cultura donde nací.
Autora: Carmen Ziefle